El abandono de los combustibles fósiles es algo que todos los que nos dedicamos al transporte tenemos en mente porque cada día se hace más patente la necesidad de reducir la huella de carbono de nuestra actividad.
Sin embargo, es un cambio de etapa y de paradigma del que necesitamos la implicación de varios actores: por un lado las administraciones públicas facilitando y simplificando las inversiones en nuevas infraestructuras, e incentivando la renovación del parque de transporte y por otro lado las empresas energéticas y de transporte que debemos poner de nuestra parte y tomar el cambio como una inversión.
Toda esta evolución en la práctica se vuelve sumamente compleja y costosa de forma que a día de hoy la electrificación del transporte no resulta todavía viable por la escasez de puntos de recarga adecuados para vehículos industriales que deben tener una potencia superior a 350kW. Solo el 1,2% de los puntos alcanzan esta potencia tal y como indican en la revista “Ruta del transporte”. Además, la situación y el entorno de muchos de estos puntos están enfocados a la recarga de turismos resultando imposible el aparcamiento de un camión.
Aunque se están instalando nuevos puntos de recarga, estamos en una cuota muy baja para el objetivo de que a final de 2025 se garanticen que en el 15% de la red de carreteras de la RTE-T "se hayan implantado en cada sentido de circulación grupos de recarga de acceso público destinados a vehículos eléctricos pesados y que cada grupo de recarga ofrezca una potencia disponible de al menos 1.400 kW e incluya al menos un punto de recarga con una potencia disponible individual de al menos 350 kW.
Esto ha sido obra de Sr. Concejo
